lunes, 8 de junio de 2015

Dadora de vida

La mujer virtuosa cría a sus hijos con fortaleza desde que están en su vientre. Ella sabe la importancia de tener un embarazo saludable y feliz.

"Ciñe de fuerza sus lomos y esfuerza sus brazos."  Prov. 31:37

Se toma tiempo para aprender todo lo necesario que asegure un buen nacimiento. Es cuidadosa en su dieta, sus ejercicios, sus actitudes y las actividades en las cuales se compromete a intervenir. 
Pronto ella traerá una nueva vida al mundo; una vida dedicada al Señor.

Después del nacimiento de su hijo, ella fortalece sus brazos para sostenerlo y cuidarlo. Ninguna niñera, no importa cuán capaz pueda ser, podrá tomar su lugar en la preciosa tarea de cuidar de este bendito regalo de Dios.
Aparte de los aspectos puramente físicos del cuidado de un bebé, la mujer virtuosa comienza a impartir su personalidad en la de su hijo. Los primeros pasos de ese niño fueron recibidos con grandes exclamaciones de gozo y alegría. El entrenamiento para su higiene personal fue paciente, y cuando ese niño entró a la escuela, ella se tomó tiempo suficiente para ayudarle a estudiar sus lecciones y tareas.

Su hijo crecerá apreciando la belleza del mundo que Dios creó, porque tu, querida Amiga, su madre, compartes tu propio amor a la naturaleza. Tu hijo madurará y se hará adulto porque tu has aprendido a guiarle de mil maneras. Su personalidad será bella e íntegra porque tu, mujer virtuosa, has aprendido a fortalecer sus brazos como madre y a manejarlos como una verdadera amiga.



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