"Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios..." (1° Cor 2:12)
¿Cómo tratar de forma efectiva con este espíritu del mundo?¿Cómo opera en nosotras de manera que nos hace vivir como sino hubiésemos recibido el Espíritu Santo?
El espíritu del mundo entra en nuestras vidas de muchas maneras y podemos ilustrarlo haciéndonos esta pregunta: ¿Qué valor damos a las cosas que forman el círculo alrededor del cuál nos movemos? Nuestros hábitos, nuestras posesiones,o falta de ellas, ¿Indican acaso si estamos llenos del Espíritu Santo o del espíritu del mundo?
En nuestro mundo hay muchas cosas fabulosas.
Están presentadas como las últimas innovaciones salidas del intelecto humano y la respuesta definitiva para todos los problemas domésticos. A menudo nos preocupamos mucho sobre a qué escuela mandar a nuestros hijos, o en qué negocio, tienda comprar y cómo comprar mejor, pero olvidamos de pedir a Dios que sea Él quién haga esas decisiones. El espíritu del mundo nos ha aturdido.
Ya que hemos recibido al Espíritu Santo, querida Amiga, por la fe, hemos de pedir a Él consejo y sabiduría. Él es la fuente y la norma suprema de toda decisión. De esta manera, el espíritu del mundo queda bajo la autoridad de nuestro Señor y podemos usar las cosas buenas del mundo para nuestro beneficio, sin permitir que sean ellas quienes nos manejen a nosotras.
Esta es la manera en que dejaremos obrar con libertad al Espíritu de Dios.
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