lunes, 21 de marzo de 2016

Cuidando nuestra salud espiritual

Cualquier cosa que escondamos de Dios nos traerá problemas, debilidad, y hasta enfermedad física. El pecado no puede ser admitido en nuestro ser. 
Si le damos entrada, no podemos pretender desligarnos de sus funestas consecuencias.

"Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen."  (1° Corintios 11:30)

Si dejamos que el pecado entre al "living" de nuestra alma y no a las otras dependencias, sencillamente arruinará nuestro "living". Pero el hecho de que los otros compartimentos del alma no estén arruinados no significa que nuestro "living" está en buenas condiciones.  De ,manera que examinemos cada parte de nuestra vida y entreguemos conscientemente cada emoción, cada fuerza, cada talento y habilidad del Señor. Entonces ya no habrá lugar para que Satanás venga a molestarnos.

Cada ama de casa sabe lo que significa pasar mucho tiempo limpiando la cocina. Es el lugar más difícil pero más importante para tener bien limpio, pues es donde se prepara la comida que le daremos a nuestra familia. Cuanto tu hijo viene de afuera con los pies llenos de barro, nos damos cuenta de que él no tiene noción de lo que son los gérmenes, la salud o la limpieza.

Pero nosotras sí la tenemos, y reaccionamos con un enojo justo, no contra la persona de nuestro hijo en sí, sino contra el acto que cometió.

Esta debería ser nuestra actitud frente al pecado. Somos vasos limpios, y para permanecer en ese estado debemos tener una ira santa contra el pecado y las trampas del enemigo. Ninguna de nosotras deseamos volvernos débiles de espíritu y enfermas en nuestros cuerpos.
Todo en nuestra vida debe ser abierto sin reservas delante de Dios.

¡La vida cristiana normal es una vida de fuerza y vigor! ¡No nos convirtamos en cristianas débiles o enfermas!


.Patricia.




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