"Mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo" (1° Cor. 11:32)
A medida que aprendamos a andar en Sus caminos, Él nos permite andar en nuestros propios errores y cambiarlos de acuerdo a Su voluntad. Pero si somos lentos en hacer ese cambio, a veces nuestro Padre debe hablarnos más fuerte para lograr llamar nuestra atención. Si somos muy obstinados, Él debe de usar métodos más drásticos.
La disciplina es una prueba peligrosa de Su amor verdadero y de que nosotros somos Sus hijos. Si su hijo que está andando a ciegas por el borde de un precipicio debe ser golpeado para que se aparte de él, entonces Dios lo hará.
El castigo no es nada comparado con el desastre hubiera ocurrido. Muchas veces miramos al castigo y no vemos la mano del Señor obrando. Debemos de agradecerle y alabarle por cada cosa que nos acontece en nuestras vidas, porque Él está dando forma a nuestro ser.
¿Te gustaría, querida Amiga comenzar esta vida de la mano del Señor? o ¿Terminar hundida en el lodo del mundo? Cuando nos ponemos a pensar seriamente en esto, nos damos cuenta que ninguna cosa que el mundo nos pueda ofrecer es comparable al Señor Jesucristo.
¡Él es nuestro Todo! Sólo Él es digno de nuestra adoración, y de la negación de nosotras mismas.
Mirad la mano del Señor en vuestro valle de experiencias, y regocijaos de todos los precipicios mortales de los que Él os ha salvado.
ღ.ೋღPatriciaღ.ೋღ
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