¿Has estado alguna vez
enojada con Dios como lo estuvo Jonás? ¿Te has airado en tu corazón a causa de
algo que te ha parecido injusto?
"Entonces dijo Dios a Jonás: ¿Tanto te enojas por la
calabacera? Y él respondió: Mucho me enojo, hasta la muerte."... (Jonás
4:9)
Sé honesta. Jonás pasó por un terrible tiempo de prueba. Estaba
tan enojado, que sus palabras fueron "hasta la muerte".
Ese es un lugar muy peligroso pero una posición honesta que alguna
vez, todas hemos tomado. Aprende a enfrentarte a tu enojo. Permanece en medio
de la tempestad y pregúntate, ¿Por qué estoy tan enojada? ¿Qué es lo que me
está presionando hasta llegar a este punto de perder el control?
¿Es que esta situación justifica mi enojo, o debería ser más paciente y humilde?
¿Es que esta situación justifica mi enojo, o debería ser más paciente y humilde?
Y por supuesto, efectúe también esta importante pregunta: Señor,
¿Qué estás tratando de mostrarme a través de todo esto?
No importa lo que pudo llevar a Jonás hasta este punto de
desesperación, pero podemos entender su necesidad imperiosa de expresarlo. El
enojo es una fuerza destructiva que afecta nuestro cuerpo. Úlceras, alta
presión y problemas cardíacos son algunas de las consecuencias de una ira sin
control.
La ira o el enojo frecuentemente contra objetos o personas (aún
contra nosotras mismas), y así opera con su fuerza debilitadora.
El enojo debe ser analizado y canalizado en una fuerza positiva.
El Señor Jesús puede decirnos cómo hemos de brindarnos a Él. ¡No tires ese
plato al suelo, ni le pegues a tu niño sin razón!
Querida Amiga, haz una oración, deja que el Espíritu de Dios
enfríe tu ánimo y vuélvete a Dios. El está allí, a tu lado, y tiene en control
todas las cosas.
ღ.ೋღPatriciaღ.ೋღ
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