lunes, 30 de marzo de 2015

Trayendo paz

A todos los niños se los reconoce por pertenecer a una familia en particular y por tener ciertas características en común con sus familiares. Por el amor que tienen a su familia, cualquiera puede decir que pertenecen a ella.

"Bienaventuradas las pacificadoras, porque ellas serán llamadas hijas de Dios"  Mateo 5:9

Lo opuesto a un pacificador es alguien que está siempre listo para pelear.
En otras palabras, cada persona tiene la capacidad de causar problemas y discordias. Pero, por otra parte, puede crear paz, tranquilidad y armonía. 
La inclinación natural es la de pelear porque es la que traemos con la vieja criatura. El egoísmo, el anhelo de poder han sido las raíces de millones de muertes debidas a las tantas guerras que ha sufrido nuestro mundo. 
Es algo que fluye del ser humano en forma natural.
No existen pacificadores naturales. Hasta que Dios no haya hecho una obra profunda de corazón, la mujer no tiene conocimiento de cómo traer paz en medio de cualquier situación. La obra del Espíritu Santo en la vida rendida y consagrada de una mujer cristiana producirá una profunda paz. Él puede tomar una situación de violencia y hacer que una mujer cristiana la torne en un verdadero remanso de paz.

Cuanto necesitamos el ser usadas por Dios para hacer la paz. ¿Tus hijos acostumbran a pelear? Haz la paz entre ellos. ¿Hay algún desacuerdo dentro de tu iglesia? Seamos pacificadoras. ¿Hay envidias entre amigas? Traigamos la paz. Si así lo hacemos, queridas mujeres, seremos llamadas hijas de Dios, e identificadas en cualquier circunstancia como tal.




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