viernes, 3 de julio de 2015

Una mujer de paz

A cada niño se le reconoce por pertenecer a una familia en particular y por tener ciertas características en común con sus familiares. Por el amor que tienen a su familia,  cualquiera puede decir que pertenecen a ella.


"Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios."  Mateo 5:9

Lo opuesto a un pacificador es alguien que está siempre listo para pelear. 
En otras palabras, cada mujer tiene la capacidad de causar problemas y discordias. O, por otra parte, puede crear paz, tranquilidad y armonía. 
Lo primero y natural que nos sale es pelear porque es lo que nace con la vieja criatura. El egoísmo, la concupiscencia y el anhelo de poder han sido las raíces de millones de muertes debidas a las tantas guerras que ha sufrido el mundo. Es algo que emerge del ser humano en forma natural.

No existen pacificadores naturales. Hasta que Dios no haya hecho una obra profunda en su corazón, la mujer no tiene conocimiento de cómo traer paz en medio de cualquier situación. La obra del Espíritu Santo en la vida rendida y consagrada de una mujer cristiana producirá una profunda paz.

Cuanto necesitamos, querida Amiga, ser utilizadas por Dios para hacer la paz. ¿Acostumbran tus hijos a pelear? Haz la paz entre ellos. ¿Hay algún desacuerdo dentro de tu iglesia? Sé una pacificadora. ¿Hay envidia entre las mujeres, amigas? Trae la paz. Si así lo haces, serás llamada hija de Dios, e identificada en cualquier circunstancia como tal.



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