"Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación." (1° Cor. 1:21)
En otros textos de la Biblia, vemos que a medida que tomamos la actitud de un simple niño, y esa es la condición, nunca podremos ser parte de Su familia. ¿Cuántas de nosotras nos comportamos como niñas? Muy pocas; y aquellas que lo hacen se acarrean la crítica de las demás como si fueras extraña o fanática. Pero Dios usa justamente a estas "tontas" y simples mujeres, para dar a conocer las buenas nuevas más grandiosas que jamás hayan existido sobre la tierra, pues son portadoras del mensaje de vida eterna.
El Evangelio debe ser entendido universalmente. La persona más simple y la más educada deben ser capaces de entender los conceptos básicos del sacrificio de Cristo a su favor. Lo mismo sucede con los pobres y los ricos, los afortunados y los desgraciados, etc.
La predicación de la cruz es un buen "nivelador" en este sentido.
Para la mujer cristiana, el Evangelio es poder, vida y salvación. El transmitir su sencillo mensaje a los demás es un desafío a nuestra fe y un gozo para nuestros corazones. La visión de esta mujer se ensancha a medida que se da cuenta de que tiene el potencial de la vida eterna pronto y a mano para ser compartido fácilmente con cualquier persona necesitada.
Querida Amiga, comienza a compartir el mensaje de la cruz con tu esposo, tus hijos, tu familia, tu vecina... Dios tomará esa "locura de la predicación" y la volverá en una fuente de amor y bendición con resultados eternos.
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