martes, 17 de noviembre de 2015

Mi gloria será... Jesús

Como mujeres, todas tenemos nuestros altibajos emocionales. 
Un día nos sentimos inútiles, abandonadas y despreciadas. 
Pero muy pronto este sentimiento cambia y nuestro ánimo vuelve a estar "alto".


"...para que, cómo está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor."  
(1°Cor. 1:31)

Entonces todo resulta hermoso, nuestros talentos y habilidades parecen rebosar de nuestro ser. En momentos así, sentimos que hasta podríamos ser capaces de mantener por sí solas nuestro andar cristiano y ser poderosamente usadas por el Señor.

Pero si analizamos estos sentimientos nos damos cuenta de que son simplemente eso: sentimientos.
El ser gobernadas por ellos es como tener por jefe a un tirano quien nos deja confundidas e inseguras. Los sentimientos están en un área de la personalidad que pertenece al "viejo hombre" y que debe ser traída bajo el control del Señorío de Cristo. No podemos "sentirnos" un día como mujeres cristianas y al día siguiente como personas fracasadas. Algunas emociones pueden ser muy hermosas, pero todas ellas deben de estar encausadas para glorificar a Dios.

¿Por qué es tan necesario que las capacidades emocionales sean puestas bajo el dominio y señorío de Cristo? Porque si recibimos alabanza por nuestras habilidades y talentos naturales, o si nos sentimos bien porque hemos vivido un día emocionalmente "alto", entonces nuestros esfuerzos carnales serán los que recibirán la gloria. Pero las obras del hombre natural nunca pueden ser aceptables ante Dios. Jamás podrán glorificarle porque sólo aquello que procede de Dios puede volver a darle la gloria.

A medida que el precioso Espíritu de Dios obra en su vida para producir fruto, una gloria pura y auténtica se elevará hacia el trono del Padre.

Querida Amiga, gloriémonos solamente en el Señor!




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