"Tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de arrancar lo plantado." Ecles. 3:3
Un tiempo de matar, sí, pero también un tiempo de curar. Hay un tiempo de destrucción, pero también le sigue un tiempo de reparación y construcción.
En las experiencias dolorosas que pasamos como cristianas, a veces nos hundimos, no solo por la experiencia en sí, sino por la depresión y la auto-compasión que le acompañan. El pensamiento de que las cosas no van a mejorar nunca y la falta de fe comienza a crear una actitud desesperanzada.
Los pensamientos negativos, que pueden venir a nuestra mente, deben ser mantenidos bajo control y no permitir que dominen la esfera de nuestro diario vivir.
Dios está en control de todo.
¿Entiendes esto, querida Amiga en todo sentido?
Reconoce a este Dios en cualquier circunstancia por la que esté atravesando. Eleva tu voz para alabarle; quizás no una alabanza por la experiencia negativa, pero sí porque Él está en control de ello y puede traer restauración y curación.
Después de matar viene el tiempo de curar.
Después de destruir, el tiempo de construir.
Porque existe la muerte y la destrucción, es que también existe la capacidad de sanar y construir de nuevo. Eso es auténtica esperanza.
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