miércoles, 6 de enero de 2016

Dios sabe todas las cosas

Difícilmente pueda experimentarse un sentimiento más doloroso que ser traicionada por un hermano o hermana en Cristo mediante un chisme o un abuso de su amistad.


"Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó pan."  (1°Cor. 11:23)

Cuando nos damos cuenta que nuestra mejor amiga ha dicho cosas en contra nuestra a otra persona nuestras emociones se desequilibran y nuestro corazón parece hacerse añicos. Nos inunda la humillación, la indignación, confusión y finalmente el odio. Esto se da especialmente cuando aquella amistad había sido íntima y se habían compartido cosas secretas, que al ser expuestas ante otros, son tergiversadas y malentendidas. La traición puede paralizarnos por días y aún semanas si no es perdonada.

El Señor Jesús estaba perfectamente consciente de que era traicionado, cuando tomó el pan. La traición hecha por uno de sus discípulos escogidos no le alteró ni estorbó que cumpliera con sus funciones, Él continuó con las actividades de la vida con calma y seguridad de que Su Padre sabía todas las cosas y tenía cuidado de Él. Y esa traición no era solamente un poquito de chisme, sino con ella acarreaba la pena de muerte.

Tomemos el ejemplo de nuestro Señor. El no se detuvo por la acción impropia y cruel de Judas. Analicemos nuestra situación cuando nos toque vivir un caso de traición o infidelidad en forma personal: quizás fuimos nosotras las que estuvimos mal. Entonces confrontemos la situación ante Dios y tratemos el asunto abiertamente.
Debemos entregarlo por entero a Dios y dejarlo allí. Déjalo en las manos de Dios y perdona a la hermana que te jugó esa mala pasada. Querida Amiga, hallarás que tu puedes continuar con tus actividades normales irradiando Su amor y edificando a otros que no conocen el tesoro de la amistad.

.Patricia.


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