"De manera que cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor"
(1° Cor. 11:27)
A menos que estos actos sean manifestados en nuestra vida diaria, y en las maneras más prácticas, carecerán de valor. De hecho, en lugar de ser dignos, serán indignos a los ojos de nuestro Señor.
La indignidad produce culpa. Cada mujer cristiana que no está viviendo y andando en el Espíritu no está recordando al Señor Jesús y la culpa se acumulará sobre su cabeza como una pesada piedra. Será culpable de fallar ante el Señor y ante los otros miembros del Cuerpo de Cristo, así como también ante un mundo sediento y necesitado de salvación.
¡Cuán preocupadas estamos con las reglas, rituales y tradiciones al ministrar la Cena del Señor en nuestras iglesias! Pero que despreocupadas y poco ocupadas somos cuando se trata de vivir ese hecho en nuestras situaciones cotidianas. ¿Sabías que presentar tu hogar limpio y ordenado ante el Señor es recordar Su muerte? Esto es así porque prueba que querida Amiga te has posesionado hasta tal punto de esa muerte que prácticamente hablando, los demás pueden ver los resultados en tu vida y tu hogar.
Este es también un ministerio espiritual.
Cada cristiana tiene el mandamiento de manifestar prácticamente el cuerpo y la sangre de Cristo.
¡Hagamos que nuestro servicio a Él sea de mejor calidad espiritual!
ღ.ೋღPatriciaღ.ೋღ
Como siempre una reflexión muy buena. Gracias por compartir en especial este pasaje bíblico ya que yo no entendía muy bien a que se refería o como aplicarlo en mi vida y ahora ya entiendo mejor lo que Dios pide de mi, gracias y que Dios te bendiga, es realmente una gran bendición para mi
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