miércoles, 13 de enero de 2016

En Mí memoria

Si cada una de nosotras fuésemos una uva individual y separadas del racimo, nunca podríamos producir vino. Debemos pasar por el proceso de refinamiento y mezcla que hace el Espíritu Santo.

"Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: -Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiéreis, en memoria de Mí"  (1° Cor. 11:25)

No importa cuán cerca pudieran estar las uvas (hay muchas iglesias que se encuentran muy cerca, en la misma zona), pero sin ser aplastadas nunca podrían verter su contenido. Su piel debe ser rota. La pulpa debe aplastarse, y a menos que cada uva sea añadida y mezclada con las demás, el jugo que daría sería caso imperceptible.

En una forma muy real, nosotras como el Cuerpo de Cristo, debemos estar unidas para satisfacer la sed del mundo. El Señor compara al vino con Su sangre que fue dada para nuestra salvación. 
Viendo el proceso difícil mediante el cual se produce el vino, nos podemos dar cuenta de el proceso agonizante que produjo la sangre de Jesús que nos redime.

Cada vez, querida Amiga que nos demos al Cuerpo de Cristo en todo el mundo, estaremos recordando al Señor Jesucristo. Cada vez que cooperamos, ayudamos, nos unimos y traemos paz donde hay discordia, estamos derramando aquel rico vino para un mundo sediento.
En pocas palabras, estamos recordando lo que en realidad significa la sangre de Cristo y lo que ha hecho en nuestras vidas.
"Todas las veces que la bebiéreis...". La Cena del Señor se celebra con cada acto de amor que se hace en Su nombre.
Celebremos también así la Cena del Señor con más frecuencia.

.Patricia.




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