"Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros." Salmo 18: 29
El alma no envejece, y unida a Dios se siente fuerte y audaz. Si está en Cristo, querida Amiga tu alma está limpia y completamente liberada.
Las tropas se amotinan a tu alrededor. Sus armamentos son fuertes y brillantes. Cada fuerza en esta tropa está equipada con fieros dardos y filosas lanzas.
Palabras de burla y blasfemia salen de sus bocas cuando ella corre en medio de ellos, fortalecida por Dios. Su rostro está lleno de calma y seguridad, y su victoria es un hecho consumado.
El pasar a través de las tropas enemigas será siempre una experiencia que nos ayudará al crecimiento. El ver la fidelidad de Dios para fortalecernos en nuestras luchas y tentaciones refinará nuestra fe. Pero adelante puede haber otra dificultad, una enorme pared, tan alta como una montaña. Está en dirección recta siguiendo nuestro camino, y amenaza con cerrarnos el paso.
Este problema es diferente, nuevo, y humanamente imposible de resolver.
Entonces nos acordamos de nuestra Fortaleza, el Señor Jesús. Nuevamente tomamos una rápida visión de la guerrera que fuimos en tiempos pasados; de nuestra agilidad, belleza y valor. Recordamos las tropas a través de las cuales corrimos como vencedoras y ahora el muro parece tan pequeño y fácil de vencer. ¡Corre, guerrera, corre con Jesús y salta ese muro!
¡En Cristo somos más que vencedoras por la fe!
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