"Todo lo hizo hermoso en su tiempo" Ecles. 3:11.
Cualquier cosa que sea de valor y fuerte en substancia toma mucho tiempo para ser hecha y mucha atención y habilidad.
Miremos la belleza de la naturaleza a nuestro alrededor. No solamente las cosas que podemos ver, sino también los sonidos de la naturaleza. La gente ciega tiene el sentido del tacto y el oído increíblemente desarrollado.
Para ellos la belleza es algo diferente que para aquellos que podemos ver.
Miremos ahora la belleza interior; los dones del Espíritu Santo en otras mujeres cristianas. Son verdaderas bellezas espirituales que iluminan a cada persona y le infunden la verdadera luz de los cielos. ¿Has visto en alguien cualidades como el amor, la paz, la amabilidad? Entonces, querida Amiga, has comprobado la belleza de Dios, la que el salmista llama "la hermosura de la santidad".
El Señor Jesucristo es la perfección de la belleza. Todo lo que hay a su alrededor es hermoso y agradable y nosotras podemos ser como Él. No importa cual sea nuestra apariencia externa.
¿Deseas ser hermosa para el Señor? Toma tiempo para embellecer tu carácter todavía más que tu rostro y no te impacientes. Él desea que tú lo seas.
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