jueves, 7 de enero de 2016

Compartir es dar vida

El Señor estaba dando gracias por su cita con la muerte. El estaba agradeciendo a Dios por Su propio cuerpo que pronto experimentaría el quebrantamiento de la crucifixión.

"Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: -Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de Mí."  (1°Cor. 11:24)

Eso significaba las espinas en la carne, la vergüenza, la burla dolorosa de sus amigos y los tres días en la tumba. El dio gracias a Dios al romper aquel trozo de pan. Literalmente, estaba rompiendo Su propio cuerpo.

Entonces el Señor compartió Su cuerpo partido. Dio a cada persona un trozo de pan como una representación de todo lo que El haría y sería para ellos.
El pan nos hace pensar también en nosotras como frágiles mujeres ya que para nuestro proceso, se necesita seguir ciertas etapas sumamente significativas.
Dios envía las lluvias y el calor del sol para estimular el grano de trigo que yace en la tierra. Este crece fuerte con el paso del tiempo, soportando las tormentas y a los ataques de los insectos, hasta llegar a la madurez. El trigo se corta y se pulveriza hasta obtener la harina.
La harina se mezcla con aceite y agua con sal y se le pone levadura, horneándolo después a altísimas temperaturas. Así sale el pan.

Para ser comido el pan ha de romperse. La muerte de Cristo fue un quebrantamiento que sería experimentado por todas nosotras. Querida Amiga, nos identificamos con esta muerte cada vez que tomamos un trozo de pan en el nombre de Jesús.
Es un hermoso símbolo de Sí mismo - no sólo de Su muerte- sino también de toda su vida y del Dador de la vida.

.Patricia.



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