El reproche a causa de sus actitudes cristianas viene de los demás. En su labor evangelística, Pablo tuvo que enfrentarse con toda clase de necesidades: falta de dinero, de trabajo, de comida. La persecución avanzaba por todas partes a medida que este maravilloso cristiano buscaba seguidores para Cristo Jesús.
"Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte." 2° Cor. 12:10
También la enfermedad y las molestias de índole física fueron bien conocidas por él y los primeros discípulos. Naufragios, lapidaciones y prejuicios dañaban el cuerpo y el espíritu.
El Señor Jesucristo dice que estas experiencias no harán otra cosa que fortalecernos. Y no pensemos hermana que se refiere únicamente a la fortaleza espiritual, sino también a la fortaleza como ser humano.
La imagen creada de Dios en cada persona forma hechos por medio de este principio. Los músculos deben ser ejercitados para poder fortalecerse.
Los talentos que son desarrollados pacientemente traen mucho fruto.
La mujer espiritual es fortalecida alimentando su espíritu con la Palabra, la oración, la comunión cristiana y también, las dificultades.
En las dificultades, persecuciones y necesidades, querida amiga serás fortalecida o bien destruida. Es un asunto de elección personal; seguir a Cristo, o quedarse derrotada. El ejercicio contra las circunstancias adversas produce madurez.
Ten la seguridad de que Dios nunca pedirá ni te exigirá nada que vaya más allá de lo que eres capaz de soportar. Pero si la prueba nunca llega, no sabrías que tienes un Dios capaz de manejarte sabiamente. Y tampoco estarías capacitada para seguir adelante al plan que Dios tiene para tu vida.
Acepta la adversidad como un desafío para ver a Dios en acción.
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