lunes, 14 de septiembre de 2015

Dios de las grandes alturas

Las montañas de los Andes en Sudamérica, acusan el aire más claro y puro que jamás se haya respirado, así fue la descripción que me hizo una amiga. 
Alturas transparentes de cientos de pies se levantan alrededor de las ciudades y los poblados.

"Quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas."  Salmo 18:33

El sol se refleja sobre esas imponentes rocas grises haciendo hermosos juegos de colores y luces.
Por aquí y por allá se divisan valles de todas las gamas de verde, destacándose en medio de las grandes áreas de nieve y hielo. Los Andes son la cuna de cientos de criaturas, tanto grandes como pequeñas.
Un tipo de gacela que habita en estas montañas, marcha con sus pies segura sobre las piedras flojas y los peñascos salientes. Su cuerpo se balancea de un sitio a otro con extremada agilidad y en todo su ser se nota la alegría de vivir a plena naturaleza.
Nosotras tenemos pies seguros para andar en las alturas espirituales de nuestras experiencias cotidianas.
Respiramos el aire fresco del Espíritu y gozamos de las alturas por donde Él nos lleva. Dios nos coloca en estos lugares altos y somos elevados hasta Su presencia en pasos renovados de gozo real.
Moisés conocía al Dios de las cumbres. El pasó meses con Dios allí en un perfecto éxtasis.
Ser una mujer cristiana, no consta sólo del valle oscuro de las dificultades y sufrimientos, sino también de conocer al Dios de las alturas.
Querida Amiga, podemos ser elevadas a estas alturas y colocadas por Él allí. 
Disfruta con gozo y progresivo conocimiento del Dios de las grandes alturas.





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