lunes, 7 de septiembre de 2015

Lámparas encendidas

Nuestras vidas son similares a las lámparas. Algunas son largas, otras cortas, pero muy lujosas, y otras muy prácticas y ordinarias. La luz de cualquier lámpara ilumina desde dentro a medida que el pabilo quema las paredes de cera haciendo luces y sombras.

"Tú encenderás mi lámpara; Jehová mi Dios alumbrará mis tinieblas."  
Salmo 18:28

¡Qué hermosa promesa encontramos en el texto de hoy! ¡Eres Tú, Dios, quién encenderá mi lámpara!
Dios mismo, mi Creador, escoge el instante preciso en la historia para darme la vida. Mi vida ya está planeada desde antes de las edades para traer gloria y honor a Él. 
¿Será mi lámpara de corta o larga duración? ¿Gastaré muchos años iluminando lugares equivocados, haciendo cosas innecesarias o usando mi luz para propósitos egoístas?

Una nueva promesa... El Señor mi Dios alumbrará mis tinieblas. Una lámpara no sirve para alumbrar hasta que no esté encendida. Y cuando está encendida, las tinieblas del pecado deben retroceder y disiparse. La oscuridad no puede prevalecer frente a la luz, pues la luz la arroja afuera.
Al entrar a una habitación a oscuras, inmediatamente alargamos nuestra mano buscando la llave de la luz. Supongamos que oprimimos esa llave, pero hallamos que la bombilla de la luz está quemada.
Entonces buscaríamos en nuestros bolsillos algo para iluminar, el celular, o unos fósforos, una vez prendidos, la atención en la habitación estará enfocada en esta pequeña luz.

El terror de la oscuridad queda completamente atrás a medida que la luz va penetrando.
Esta es nuestra vida, querida Amiga, y ese es el propósito para el cual el Señor nos tiene en esta tierra; para iluminar la oscuridad con la luz brillante del Salvador.







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