lunes, 15 de junio de 2015

Dios Salvador

¿Has tratado cuanto estaba a tu alcance para resolver un problema, para ver que luego vuelve a aparecer con la misma intensidad?


"Sáname, oh Jehová, y seré sano; sálvame, y seré salvo; porque Tú eres mi alabanza."  Jerem. 17:14

Jeremías era tan positivo cuando hablaba de su Dios que podía decir, "Sáname, oh Jehová, y seré sano" Para él era una realidad, una fuente de paz y seguridad. Si Dios le tocaba en su cuerpo o en su espíritu, los resultados serían positivos y duraderos. Jeremías quería recibir algo de Dios.
¿Estás querida Amiga, dispuesta a recibir algo de Dios o estás haciendo uso de alguna especie de falso orgullo que dice, "mi problema es demasiado pequeño, insignificante (o demasiado grande); Dios no intervendrá para nada en esto? Esto, mi amiga, es una confesión negativa, y Dios no contesta a esa clase de fatalismo, pues cuando alguien habla de esa manera, ya está esperando "no" recibir, y por lo tanto no será defraudado en su negativismo, y no recibirá.

Pero en lugar de tener esa actitud, comienza el día con estas palabras: "Señor, quiero estar saludable en este día. Creo que Tú me quieres sana. Tócame, oh Señor, y lo imposible sucederá." Confiesa tu fe en Él y vive de acuerdo a esa fe.

Jeremías nos dice que cuando Dios nos salva (de nuestros pecados, de peligros, de nuestra obstinada voluntad, etc.), seremos salvas. Es un hecho acabado. Si Dios es quién lo hace, entonces podemos descansar seguras de que está hecho y que no depende de nuestros sentimientos, sino de nuestra fe.








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