martes, 5 de mayo de 2015

Compartiendo ganancias eternas

Cuando estas palabras fueron escritas, eran esos días en que los hombres salían a la guerra por largos períodos de tiempo. 

"El corazón de su marido está en ella confiado, y no carecerá de ganancias." Prov. 31:11

Al conquistar a sus enemigos, eran dueños de tomar los despojos de la batalla, sus pertenencias de las tierras; es decir, todo aquello que pudieran llevarse. También tomaban a las mujeres y los niños para usarlos como esclavos en su casa. El marido de la mujer virtuosa confiaba en ella.
Ella le daba todo de sí misma, de modo que él no tenía necesidades sexuales. No necesitaba aprovecharse de otra mujer porque su esposa había entrado al matrimonio con entusiasmo y gozo. Sus más grandes necesidades eran los más caros deseos de su esposa.
Suele suceder que, dentro de los círculos cristianos, dudamos de hablar de nuestras responsabilidades en el santo acto del matrimonio. Pero Dios creó el sexo para los casados, de manera que sean uno, en la forma más elevada e inspirada de expresar sus personalidades. El acto de amor no existe solo para engendrar hijos, esto es realmente secundario cuando se mira el propósito para el cual Dios creó el sexo, para producir una comunión íntima entre ambos esposo y esposa.
La escritura dice que aquellos que forman una pareja de casados son en realidad una sola persona. Se convierten en uno, intercambiando sus cuerpos con la libertad dada por el Señor. Son uno en el alma al tratar de entenderse y ayudarse mutuamente, y son también una unidad en espíritu, ya que los secretos de sus corazones son abiertos y ambos elevan sus necesidades a Dios. Es entonces cuando el matrimonio se vuelve una verdadera esfera espiritual en la cual el Padre es glorificado grandemente. Sin el deleite de la comunión moral, de compartir los asuntos e intereses, el placer físico nunca es completo. Por eso es tan importante que ambos sean nacidos de nuevo y que posean una medida similar de piedad e interés para las cosas de Dios y su obra en el mundo.
Entonces compartirán no sólo bienes materiales sino ganancias eternas.





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