"Aplica su mano al huso, y sus manos a la rueca." Prov. 31:19
Es capaz de esforzarse y exprimir sus habilidades porque tiene un propósito bien claro: el de proveer lo mejor que pueda para sus seres queridos, su familia.
Para hacer una sábana son necesarios millones de hilos. La ropa, después de todo, no es más que hilos tejidos, cada uno entretejiéndose con el otro para añadir, forma, cuerpo y belleza. Cada hilo se teje en su lugar para servir al propósito de cada una de las piezas del material que se trabaja.
Los hilos que la mujer virtuosa hace, tiene una gran semejanza con nosotras. Dios tiene una "sábana gigante", llamada "El Cuerpo de Cristo". Cubre toda la Tierra y está compuesta de millones de hilos, cada uno de ellos diferentes, pero añadiendo colorido y forma al plan y propósito de Dios.
Cada una de nosotras, querida amiga, hemos sido colocadas en la posición exacta por la mano del Maestro, pues Él tiene un plan perfecto desde antes de la fundación del mundo.
Los hilos de una sábana nunca se quejan contra el toque del planchado caliente o con la acción de los productos blanqueadores. Nunca se unen para formar una unión en contra de su dueño. Pero a pesar de lo ridículo que parezca este ejemplo, nosotras vemos cada día a cristianos insatisfechos con el gran propósito de Dios en colocarlos donde Él quiere, o permitirles experimentar el sufrimiento.
No nos corresponde a nosotras el quejarnos o tratar de explicarlo todo. Simplemente seamos hilos dóciles en las manos del gran Artesano.
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