miércoles, 6 de mayo de 2015

Genuino amor

Junto con la bondad está la fidelidad en realizar un servicio de amor, y ella lo hace todos los días de su vida. La mujer virtuosa ha aprendido el profundo secreto del verdadero amor: hacer el bien a su marido y nunca el mal.

"Le da ella bien y no mal todos los días de su vida."  Prov. 31:12

En traer el bien y la bendición a él no falla en aquellos días cuando las cosas van mal. Esos tiempos son verdaderos períodos de prueba para el amor.
El hacer buenas cosas para su marido puede tomar muy variadas formas: como esforzarse para sonreírle siempre; ver que las cosas estén en orden y los hijos no molesten cuando está ocupado o descansando; dejarle tiempo para sus entretenimientos o expansiones. No debemos tratar de tiranizar nuestro amor aferrándonos a áreas que no son de real importancia.
Una mujer virtuosa nunca hace mal a su esposo despreciándolo en público o criticándolo con familiares y vecinos. No trata tampoco de competir con él, ni lo compara con otros hombres.
Esta mujer virtuosa es fiel a causa del Señor y no por causa de su marido. 
Estas virtudes se desarrollan surgiendo de un genuino amor por su Señor y son derramadas sobre su marido, porque es el Señor Jesucristo el que en realidad posee esa clase de amor.
Amar al Señor con todo nuestro cuerpo, alma y espíritu, y permitir que Su amor fluya a través de nosotras hacia nuestros maridos.




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