martes, 26 de mayo de 2015

Saciada de saciar


Algunas de nosotras tenemos la visión de poder ser gloriosamente alabadas en nuestra vejez por parte de nuestros maridos y nuestros hijos. Este es un hermoso pensamiento que a menudo se dice en los cementerios pero no tan frecuente mientas la persona está viva.

"Se levantan sus hijos y la llaman bienaventurada; y su marido también la alaba"  Prov. 31:28

Vamos a considerar lo que significa que uno de nuestros hijos nos llame bienaventurada hoy mismo. Qué hermoso es ver a nuestro hijo o hija de dos años con una rosa medio deshojada en la mano viniendo junto a nosotras. 
Ellos han hecho un hermoso descubrimiento y desean compartirlo con su mamá, porque para ellos, nosotras somos la persona más importante en el mundo. 
Esto es una GRAN bendición.
Nos llegan bendiciones de nuestros hijos porque primeramente nosotras se las hemos hecho llegar a ellos. Todas tus labores de amor, querida Amiga, y trabajo valen la pena cuando nosotras vemos sus caritas al dormir por la noche. El barro o la suciedad en la ropa de nuestros niños después de haberse divertido jugando en la lluvia no es nada comparado a ver ese cuerpito sano que le ha permitido jugar. Eso también es una GRAN bendición.
Comencemos, hoy mismo, a buscar las bendiciones donde nunca quizás antes lo hemos hecho. ¡Veremos cuán bienaventuradas somos! Demos a nuestros hijos y esposo una oportunidad para recibir de ellos la bendición. Aquí también veremos la mano de Dios.



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